domingo, 30 de diciembre de 2007

La manzana de la discordia

Tenia la justa dimensión del sentir, lo había construido a su medida, no le provocaba dolor, ni desasosiego, no le hacía esperar, ni desear y le hacía inmensamente feliz, solo con ejercer su voluntad. Lo más importante, no se necesitaba a nadie para sentir. Ni miradas, ni palabras, ni cartas, ni siquiera una imagen. Ante el desconcierto oprimía un botón, al costado del corazón y un chorro de felicidad surgía; sin recurrir, desde luego, a ninguna sustancia prohibida, a ningún estupefaciente. Era un dispositivo que funcionaba con una batería triple A y que no generaba adicción. Lo había construido después de varias terapias de choque, de agónicos desencantos, de brindar su corazón a quien no correspondía. Decidió no hacerlo más, se puso a estudiar anatomía y se dio cuenta de que el cuerpo segregaba una serie de hormonas, que provocaban estado de alegría bajo cierto estímulos. El aparatito tenía finas terminales acabadas en oro, las que colocaba en puntos sensibles de su cuerpo; bajo los ojos, en medio de la lengua, debajo del corazón, cerca del estomago y por supuesto en sus genitales. Provocaba pequeñas descargas que le hacían profundamente dichoso. Por cierto, le puso un nombre cariñoso al aparatito y lo cuidaba con gran empeño. Lo limpiaba, le daba su mantenimiento, lo colocaba en un lugar especial. Una mañana no lo encontró, se puso a buscarlo, enloquecidamente, caminaba de un lugar a otro, revolviendo todo, sin encontrarlo, su corazón se agitó, al punto de estallar. El único lugar en donde podía haberlo dejado era a la par de su cama, en la mesita de noche y no estaba. Hizo recuento de lo que había hecho el día anterior, de la reunión de amigos, alguno de ellos tenía que haber sido; los llamó, a uno por uno, hasta que alguien respondió diciendo que le felicitaba por su maravilloso invento, que debería patentarlo, que haría una fortuna. Salió inmediatamente, fue en busca de su tesoro, conteniendo la ira, tocó la puerta y violentamente arremetió contra la persona que se había llevado su precioso aparatito, le tomo del cuello, mientras gemía "es solo mío, es solo mío". Le cegaron los celos, no estaba en la disposición de compartir su felicidad.

Poncho Pilatus

viernes, 28 de diciembre de 2007

Pecados capitales - I

La preparación de la selección nacional, para enfrentar la eliminatoria mundialista, incluía una dieta estricta, baja en calorías, pero rica en elementos que potenciaran al máximo la fibra muscular de cada uno de los futbolistas. Se contrató a un entrenador de bajo perfil, pero con carácter fuerte, los jugadores lo aceptaron de buena manera; la prensa fue cauta en sus comentarios, aún así le dieron el beneficio de la duda. Los clubes ofrecieron apoyo total al nuevo proceso. Faltando seis meses para el primer partido el equipo nacional fue concentrado en un hotel, durante ese tiempo fueron sometidos a un riguroso acondicionamiento físico. Se vinieron los primeros encuentros de fogueo y los resultados fueron alentadores. La eliminatoria sería larga, habría que ir paso a paso. Un país del caribe fue el primero en sucumbir. Superado el primer escollo siguió una cuadrangular. El inicio fue mucho mejor de lo esperado, se ganaron los primeros juegos y después de algunos altibajos se logró la calificación a la última ronda; sólo después todos recordarían el 5 a 0 que se trajo de Costa Rica.

Los primeros síntomas de que algo andaba mal se pudieron observar en Panamá, en el primer choque de la hexagonal final. Más de alguno pensó que había peligro de llegar a perder la fe; sin embargo, el abultado marcador conseguido frente al segundo rival hizo a todos ver al cielo. Lo que vino después nadie se lo explica, se habló de que “el primitivo” se había vendido, que hubo problemas internos entre los jugadores, que algunos se iban de fiesta, que otros no entrenaban, cualquier cosa se dijo. Sólo el tiempo ha dejado ver lo que realmente pasó: La selección se comió los goles de Costa Rica, de México, de Estados Unidos y de Trinidad y Tobago; semejante gula le impidió asistir a su primer mundial de fútbol.

Diego Iespien

martes, 25 de diciembre de 2007

Chisme de navidad

Cuando la Juana se enteró de que el Alcalde y la doña Paty iban a estar toda la noche en el palacio de la loba, viera como se emocionó.
Comenzando con que ahora que dizque está sola se le mira sólo vestida de negro y con unas mechas desarregladas . Pero dijo que, ya que no hay quien por ella, pues que iba a echarse su tamal con el alcalde (como que la hubieran invitado personalmente).
Pues si, se acuerda que cuando regresó en enero, de porai , donde vive su hijo, venía toda descompuesta y no era para menos, viera usted, en la foto que yo le hallé en la basura estaba el hijo de la Juana, vestido de blanco, como niño de primera comunión, agarradito de la mano de un canche alto, vestido de negro y en la otra mano un ramo de flores blancas, ¡igualito que si fuera una novia de pueblo!. Yo casi que me desmayo cuando la vi, imagínese ella que la invitaron precisamente para que viera esa cosa, porque casamiento no se le puede decir y encima ese patojo ni siquiera ha dejado semilla.
Pues como le contaba, la Juana estaba tan triste que entre todas la enllantamos para que se arreglara bonita, se puso el vestido celeste que le compro su hijo, uno bien largo y que tiene un abrigo que le combina, como porai hace mucho frío, pues cabalito para pasar la media noche en la muni. Esta mera flaca la Juana, la Irma la maquilló y la peinó, hasta bonita se miraba.
La canche de la esquina ya agarró costumbre de ir todos los años, ella dice que se ahorra el tamal, que hay buena música y le dan regalos a los chirices, unos juguetes meros baratos, pero los ishtos igual los deshacen en dos monazos.
Pues la canche la vio y me lo contó. Dice que primero se echaron unos tragos, que hay unos señores bien divertidos que le pasan preguntando a uno si quiere un su piquetito en el vaso de ponche y la Juana se echo un par antes que comenzara la música.
Cuando el alcalde sacó a bailar a la doña Paty la Juana ya estaba bien entonada, dice la canche que la sacaron a bailar y que se deslizaba por la pista con uno y otro, bien elegante como es ella y suavecito baila la marimba; la canche vio que de repente ya no cambió de pareja y que al ratito comenzó a sentir pena, porque la Juana, a su edad y con sus canas, estaba detallándose en medio de la pista. Claro que la canche ni se metió, “vaya que los patojos ya se habían quedado dormidos, porque que feo se miraba eso”, me dijo.
Pues no se la hago larga. En la mañana eran unos gritos allá en la casa de la Juana y no me va a creer sale corriendo ¡una mujerona¡, le juro que era más joven que la Juana, bien bonita, con unos pechos grandotes y salió corriendo en brassier y pantalón, luego la Juana le aventó la camisa y la chaqueta que parecían de marero.
Y no ha querido salir de su casa, yo le mandé al Amilcar para que viera si no quería que le comprara algo, porque ya me afligí, quien sabe, tal vez en su bolencia no se dio cuenta, pero quien quita y esa babosada sea hereditaria.

Guadalupe Reyes

domingo, 23 de diciembre de 2007

El pecado original (volumen 2)

Siempre busqué el pecado original, más por curiosidad que por necesidad. Bueno, ¿Quién puede necesitar el pecado original y para qué? Aunque todos hablaban de él, como se habla de las leyendas, para asustar chiquillos inquietos. Desde siempre quise encontrarlo. Me contaron que desde pequeño me lo quitaron, sin siquiera preocuparse por saber si algún día me serviría. Entonces a estas alturas de plano que había de conformarme con uno de segunda mano.
Con el tiempo supe que no a todos se lo quitan. Me entusiasmo la idea de encontrar a alguien al que no le sirviera, para que me lo vendiera, me lo prestara o me lo alquilara y así saber que se siente tenerlo. Resulta que, según la creencia en la que se nace, el pecado original se asigna y se quita.
Supe que los niños cuando nacen lo traen impregnado. Pero ¿dónde? He tenido decenas de niños en los brazos, les he cambiado pañal, bañado y espulgado, sin encontrar algo que les sobre, para que se los quiten. Durante un bautizo, ritual en donde supuestamente quitan el pecado, vi cómo un sacerdote dejaba caer agua en la mollera del niño; después los padres hicieron una gran fiesta, para celebrar haberle quitado el pecado. Yo con un poco de pena, pues no pude ver completamente el acto, cuando todos se fueron, fui a aquella pilita donde tuvieron al niño, pero no vi absolutamente nada, Solo había unun agujero en el fondo. Seguramente por ahí se va el pecado. –Qué desperdicio – dije en voz alta.
Después de una breve investigación descubrí porque este dichoso pecado era tan importante y despreciado a la vez. Resulta que era el secreto para atrapar al sexo opuesto. Razón por la que, al habérmelo quitado, las pavas ni me voltean a ver. Un tal Adán (que no era el tal Iván) hace un buen tiempo nos lo dejó de herencia. Así como se deja un terreno o una casa en la playa. Él tenía una su traida llamada Eva, con la que nada de nada, porque siempre estaban vigilados por la cámara de seguridad del condominio donde vivían. Eran como ratones de laboratorio. El lugar quedaba por Zacapa, se llamaba Eden (según parece a estos tipos les gustan los nombres cortos); entonces Adán vivía en Edén (hasta suena) con Eva. De eso ya hace bastante tiempo. Vivían rodeados de animales y hablaban con ellos, eran sus amigos; por eso el lagarto no se pasaba al jardín del vecino sin permiso. Nadie se estacionaba frente a la salida del otro, el chucho no se propasaba con la hija del vecino, ni el coche se quedaba tirado, de borracho, en la acera de enfrente. No existía, todavía, el problema de que la culebra se quejara, con el encargado del condominio, si uno se comía una que otra manzana del árbol que estaba en el parquecito central, Sucede que el dueño del condominio dio permiso a Adán y Eva de pasearse por todos lados, siempre y cuando no hicieran sus cositas.
Pero llegado el tiempo en el que se pide la prueba de amor, Adán se la pidió a Eva y ella con todo el dolor que implica hacerlo accedió.
Una noche, cuando todos dormían en Edén, una sombra se escabullía por los callejones del condominio. Una puerta se cerraba a lo lejos y el sonido de las hojas del parquecito tomaba un extraño ritmo. Adán esperaba, impaciente, la prueba de Eva, quien agitada le decía que no podía hacerlo. Que, era cierto, todas sus amigas ya lo habían hecho, pero que ella no sabía cómo . -Es simple– dijo Adán, con la experiencia que sólo él podía tener. –Te subes, te agitas un poco y yo hago el resto-.
Ciertamente la operación debía ser así de cómoda y sencilla. Se fueron al parquecito a probar suerte. Lugar dónde todas las parejas del condominio habían estado, para consagrar su unión.
Al primer intento Eva no quiso llegar muy lejos, por temor a que fueran descubiertos. Adán le dijo que no pasaría nada, que era normal su nerviosismo, por ser la primera vez.
Adán recostado sobre el manzano la toma por las caderas y la impulsa hacia arriba, quedando el cuerpo de Eva en el aire, ella logra tomarse de una de las ramas, patalea en el aire por unos momentos y logra subirse, desde ahí ve que la serpiente está dormida cerca de una rama caída, se pone aún más nerviosa, teniendo en cuenta que la prueba de amor consistía en bajar el fruto prohibido. Adán está pendiente de ella por si se resbala.
Eva toma el fruto, en ese momento la rama se quiebra y cae sobre la serpiente, que del susto trata de morderle la pantorrilla, en la confusión ella coloca el pie sobre la cabeza de la serpiente.
Fue tal el escándalo que despertaron al vecindario. En unos pocos segundos todos los vecinos, incluyendo al administrador, estaban en bata y pantuflas viendo la escena. El administrador le pregunta a Adán que sucedió, qué provocó el escándalo. Adán culpa a Eva, ella a su vez, al sentirse centro del incidente, señala a la serpiente como la causante del problema. Ya que, si bien era cierto ella se había caído, no hubiese sido tanto el escándalo si la serpiente no hubiera dado de gritos.
Las reglas eran claras, si alguien tomaba el fruto prohibido era expulsado del Edén, sin derecho a recibir algún tipo de reembolso por la casa en la cual vivían. No había otra regla.
Fueron expulsados del lugar y se fueron a vivir a lugares recónditos . Vivieron un tiempo en el Paraíso, zona 18, finalmente terminaron viviendo en Palestina de los Altos, Quetzaltenango, para sentirse más cerca del cielo.
El pecado original se lo llevaron. Total ya lo habían bajado, ni modo que lo dejaran tirado.
Desde entonces todos sus hijos sufren el mismo destino. Cargar con el estigma de pertenecer al único linaje que ha sido capturado en la prueba de amor, que al final se convirtió en un pecado original.
Pero ¿Aún existe el pecado original, materialmente hablando? Debe existir, de lo contrario no se los quitarían a los niños.
En mi búsqueda, nunca encontré la manzana. Solo una excelente copia californiana, en la sexta avenida, que aunque no tuviera nada de original, se le parecía mucho.

Luz y Fer.

jueves, 20 de diciembre de 2007

Del diccionario

La palabra se me hizo atractiva. La tomé entre mi lápiz y empecé a escribirla, lentamente, grandota, grandota; letra por letra, sonido por sonido.

Como niña parvularia, la recorrí despacio, como si fuera de arena. Me concentré en ella y en un momento, no sé cuánto tiempo después, la palabra fue entrando por mi piel, hasta poseerme.

Sentí escalofríos, pequeños temblores; los poros totalmente abiertos, los vellos erizados, después todo se convirtió en calor, pero no sudaba. Recordé mis antiguas sesiones espirituales mientras respiraba despacio, contando hasta cinco en cada aspiración y exhalación. Después ya no fue necesario contar, todo fue más lento y agradable.

Mi cuerpo se hizo ligero, necesitaba alguien con quien compartirlo y te llamé, tengo algo que decirte , ven pronto, dije. Al momento apareciste y nos tomamos de las manos, el primer impulso fue bailar, luego nos abrazamos y ya no pudimos separarnos, hasta despertar juntos, desnudos y felices, al día siguiente.

Hace unos días encontré un libro que contenía la palabra, unida a tu nombre, pensé que contaría nuestra historia, lo compré y leí rápidamente las primeras páginas de algunos capítulos ¡Qué decepción!, no decían nada de lo nuestro.

Así me enteré de la forma tan horrible de tu muerte. Lo más terrible fue enterarme de que la palabra pasión tiene muchos significados, no sólo aquel que aprendimos juntos.

Simplemente María

martes, 18 de diciembre de 2007

Comentario pajero sobre el texto Pecado original de Poncho Pilatus

Debido a la naturaleza abstracta del pecado, si nos atenemos a la más estricta exégesis bíblica y sin entrar en apologética, el protagonista del relato no puede tener el pecado original en su “refri”. Hay que tomar en cuenta que el creador castigó la desobediencia de Adán y Eva, no así el que hayan comido del fruto prohibido. Por otro lado, si consideramos, por un momento, que el pecado original es algo tangible, como pudo haberse conservado por tantos años, acaso fue encontrado en una excavación arqueológica, de haber sido así, recordemos que nuestros primeros padres mordieron una manzana, en esto la Biblia es categórica, por tal motivo es imposible que después de tanto tiempo la encontraran intacta, aquí no hay espacio para milagros. Urge recordar al autor del texto que las sagradas escrituras no están sujetas a discusión científica y todo aquel que hiciere burla o mofa de lo escrito tiene reservado su destino en el lago de fuego, que arde con lava y azufre.

Cash Flow

lunes, 17 de diciembre de 2007

Los malos amores

“Tienes una lista de malos amores, una interminable lista de resentimientos, malas palabras y deseos”, me decía la vidente del parque, previamente había atinado que tenía el tres de bastos en la mano. Sentada en su banquito, rodeada de mirones y apoyada por su asistente, quien repartía las cartas entre los curiosos, siguió diciéndome, “ahora no puedo decirte nada, pero toma el sobrecito que te envío con mi asistente, en el encontrarás lo que no te puedo decir en público, tomé el sobre, en el papel que venía adentro, estaba escrito, en grandes letras rojas, te quieres vengar. Me movió el piso.
Había adquirido el habito de intentar leer el futuro, en sentido de los amores, pues el pasado siempre fue desastroso, me dejaron, me engañaron, me mintieron, me estafaron; bueno, todos lo temas que las canciones rancheras tocan; por cierto, tengo un canción para cada una de las decepciones, son como cuatrocientas.
A partir de tal experiencia quise que me leyeran las líneas de la mano. En cada una de las lecturas me decían que una mujer morena, de hermosos ojos negros, llegaría a sacudir mi corazón; por supuesto buscaba a esa mujer en cada esquina (ahora que lo pienso, en la zona donde suelo moverme la mayoría son así), me dejaba llevar por el instinto, no por la razón. Recibí bofetadas, insultos y algunas órdenes de arresto por acoso, la jueza incluso se convirtió en mi conocida; aún así una vez me receto un mes de prisión.
Tiempo después cambié de método, pensando que la compresión de la mano era poco efectiva y que el asunto de los signos compatibles sería una mejor forma. En el horóscopo occidental era acuario, pero lamentablemente nunca me toco alguna de igual signo, todas eran tauro, sagitario, capricornio, escorpión, cáncer. Lo mismo sucedía en el chino, todas eran rata, tigre o dragón; vaya colección de signos, cada una de ellas me aterrorizo durante algún tiempo. Me jacto de haber salido con muchas, pero algunas ni siquiera dejaron que me les acercara, enseñaban sus enormes garras. Fue imposible encontrar una piscis, una acuario, una géminis, de esas nunca conocí, lo juro, la mitad de la constelación para mi no existía.
Luego me decidí por las cartas del tarot, cosa más grande en la vida, me toco ser el personaje del bufón y así me fue.
Después de un día de no dormir, con la tarjetita en la cabecera de mi cama, las palabras de la vidente me daban vueltas en la cabeza, entonces decidí ir a visitarla.
Llegué a una pequeña casa, cerca de la terminal de buses, en la puerta tenía un enorme letrero que decía Madame Olga; entré, había una mesa con un montón de piedras, santos y candelas, en la penumbra se miraba la silueta de la madame.
“Asuntos de negocios, amor, enemigos”; me preguntó, entre amores y enemigas le respondí, “complicado…¿qué quiere, que lo quieran o quitárselas de encima?”. Pensé que había sido una estupidez mencionar a las enemigas, pues lo que necesitaba era que me quisieran. Se lo dije, “¿Cuantas desea que lo quieran”, todas pensé, sería mi venganza. Madame Olga me miro de reojo y accedió a darme una dosis de quiéreme mucho, para utilizarla con veinticinco mujeres, yo quería más, pero me dijo que probara con tal número; me proporcionó el instructivo, para que funcionara tendría que tomarles una foto, meterlas en un frasco con alcohol y ruda, encenderles una veladora durante un mes, sin dejar que se consumiera el fuego, llamarlas por teléfono y además darles de tomar polvito de quiéreme mucho.
Me tomó casi un año tomar las fotos, eso fue lo más fácil, lo hacía desde lejos, con un tele zoom. Para averiguar los teléfonos envié a un mensajero, primero obtenía el número de la oficina, luego contrate los servicios de un modelo tipo A (homosexual no evidente, para que no se quedara con el mandado), a quien le encargué que las invitara a tomar café y aprovechara para diluir el polvito, todo salio de maravilla.
Empecé a llamarlas, con un una semana de intervalo, milagrosamente todo funcionó. No tardaron en pedirme que saliera con ellas, sin darme cuenta cada una fue quedandose enganchada; cuando iba apenas por la cuarta no supe como distribuir el tiempo de la semana, porque cada una exigía que estuviera con ella, que saliéramos, que las llamara; ante tanta presión decidí esconderme y negarme. Entonces aparecieron los insultos, los celos, los llantos, los reclamos, las amenazas, todo se convirtió en un infierno.
Regresé con Madame Olga, me recibió con su clásica pregunta, “¿negocios, amores, enemigos?”; malos amores, dije, “está complicado”, me respondió.

Poncho Pilatus

jueves, 13 de diciembre de 2007

Pecado original

Yo tengo el pecado original en mi refri.
De verdad, tiene dos mordidas, una de Adán y otro de Eva. Necesito sacarlo porque me genera tentación, con la mano en la nuca se lo dije al sacerdote en una confesión, pero no me creyó. Tuve que cambiarme, a regañadientes, de religión y me pase a una iglesia evangélica, de esas donde pegan gritos, danzan y hablan en lenguas celestiales, yo intenté pero se me trabó la lengua, mejor me quede con el Español; que escribo a medias.
Para no cansarlos no les contaré como fue que acepte al señor, sólo les digo que después recibí unas doscientas setenta y cinco visitas de los hermanos, instruyéndome sobre La Biblia. En fin, le hablé al pastor, con las mismas palabras que se lo dije al sacerdote católico, sin mediar palabra, de inmediato, me impuso sus manos en la cabeza, mientras gritaba: “Satanás, Satanás, sal de ahí”. Créanme, me asusté porque en algún momento pensé que de verdad tenía algo, pero no fue así, el pastor se desgalilló, junto con otros cinco hermanos en la fe y les aseguro que no salió nada; solo yo, no porque haya querido, lo que pasó fue que hubo reunión de ancianos y determinaron que yo era un mal para la congregación, alguna razón tendrían, porque algunos hermanos, por cierto eran los que mejores lenguas celestiales hablaban, me pedían que hiciera mi sucursal evangélica, que se podría llamar la nueva iglesia evangélica del pecado original y poner en medio del pulpito el fruto que originó el pecado. Lo pensé un par de meses, imaginaba que podría copiar el modelito de un señor llamado Cash, de su ciudad de Dios, un colegio, un centro comercial, un auditorio para treinta y cinco mil personas, mega parqueo y venta de “suvenirs”, con fotografías del pecado original; seguro saldría de pobre, pero las sabias enseñanzas de la Biblia me lo impidieron, con ese versículo que dice, “es más fácil que un camello entre en el orificio de una aguja que un rico al reino de los cielos”(omito el versículo para que escudriñen las sagradas escrituras).
Después de seis meses de resaca espiritual , porque realmente me encariñe con los hermanitos , decidí meterme a un taller de Vipasana y Yoga para meditar y encontrar el valor de sacar el pecado original de mi casa.
Después de diez días de silencio, el pecado se mantenía inmutable en la refri.
Ahora estoy en un entredicho, pensando de verdad hacerle caso a la tentación, un día le meteré una mordida, a ver si se aparece Dios en mi cocina, ahí es donde me contradigo, porque si Dios me receta otra vez ganarme el pan con el sudor de mi frente, tendría que trabajar doble jornada, sin derecho a horas extras, con el mismo salario y doblemente sudado.
Un día de estos se lo cuento a un ateo, a ver si se atreve a comprobarlo científicamente.

Poncho Pilatus

miércoles, 12 de diciembre de 2007

La convención del posboom

La convención de escritores se celebraba en La Habana, como todos los años, aunque nunca como ahora habían acudido tantas estrellas del boom y del posboom latinoamericano: Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes y Johan Bush Walls, Gioconda Belli y Rosario Castellanos, Jaime Sabines y Juan Gelman, hasta Guillermo Cabrera Infante y Octavio Paz estaban presentes. Se había logrado que, quienes tuvieran diferencias con Fidel, las hicieran a un lado y se concentraran en lo importante: la literatura.

Allí estaba Pepe Rabanales, representando a un país tercermundista, analfabeta y en guerra. No estaba programado en ninguna ponencia a pesar de haber enviado media docena de ellas alabando a los posibles padrinos de su obra.

Los hoteles se asignaron de acuerdo a la importancia de los escritores, Pepe no estuvo conforme: el hotel que ocupaba no estaba a la altura de su obra; había gran cantidad de escritores con menos talento que él y ubicados en dormitorios con mejor vista.

Hubo gran cantidad de lecturas, comidas y tragos, Pepe logró estar cerca de su ídolo, intercambió dos palabras con él y le entregó uno de sus originales ¿o fueron dos? La felicidad le duró poco, media hora después encontró su texto en el basurero del baño, le faltaba la primera página. Esto no lo pudo soportar, salió de allí y no volvió a la convención, dos días después regresaba a su país.

Al año siguiente se publicó la novela Vivir para contarla, Pepe, entre borrachera y borrachera, le cuenta a sus amigos que ese era el título de la novela que no había logrado publicar, pero no importa, el gran Gabo lo había inmortalizado. Bueno, la vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda.

Lo que no logra hacer memoria es dónde dejó el otro texto, el que perdió completo, el que hablaba de todas sus putas...

Paco Pericles

lunes, 10 de diciembre de 2007

Mel

Tu avión aterrizó en Guatemala, te quedaste pensando en lo mucho que querías a tu amigo, sólo así podías haber llegado a un país como este, dejaste el aeropuerto sintiendo miedo, ya en el carro te sentiste más tranquilo, nadie asaltaría un vehículo con un sacerdote a bordo, la moderna estructura de la ciudad contrastó con la imagen mental que te habías hecho, tenías en la cabeza los fotogramas de tu Apocalypto, no te dabas cuenta de que eso fue hace más de quinientos años, el camino se te hizo largo, suspiraste profundo cuando tu amigo indicó que habían llegado, no quisiste aceptar la invitación a pasar la noche en su casa, demasiadas incomodidades para un día, le diste un fuerte abrazo, dijiste adiós, te quedaste solo con el piloto, para entretenerte te habló de las maravillas turísticas, te habló de Antigua, te dijo que solo estaba a cuarenta minutos, te convenció sin que te dieras cuenta, te llevó al mejor hotel de aquella ciudad, en ese momento supiste que la osadía podía valer la pena, el cansancio del viaje te hizo dormir tranquilo, despertaste cuando un ligero viento se coló por la ventana, tomaste el desayuno, saliste a caminar por la ciudad, llegaste al parque, tomaste fotos con tu celular, pasaste frente a mi, te ofrecí atol blanco con tostadas, escuchaste mi voz, volteaste a ver, la expresión de tus ojos, casi saliendo de sus órbitas, me hizo pensar que comprarías, ofreciste llevarte toda mi venta, hasta el canasto, me invitaste a caminar con vos, te miré con desconfianza, ofreciste más dinero, me jalaste del brazo; a la mierda gringo serote, ya se quien sos, no creás que me vas a llevar como a esas putas que recogés cuando andas bolo, te grite mientras te torteaba la cara.

Te alejaste asustado, quisiste salir corriendo, abordar tu avión, emborracharte de la decepción, no podías tolerar que te hubiera rechazado, tu ansiedad se incrementó cuando el avión despegó, miraste por la ventanilla, mientras jurabas que regresarías por mi.

María Del Parque

viernes, 7 de diciembre de 2007

Vía del infierno

Anoche lo intentamos de nuevo, creo que el cigarro quedó prendido por un segundo en su tetilla derecha antes de que aullara como un cerdo en el matadero, gritaba como loco, encendí otro cigarro para apaciguar el deseo que me mataba. Un momento después estábamos en el cuarto del conserje, Salvador se quedó sentado, enfrente, mirando, mientras el tipo sudaba y bufaba como toro de lidia, viéndolo de espaldas, no se pudo resistir a intentarlo, pero el hombre era más macho de lo que él pensaba, se volteó de golpe y se le fue encima; tuve que detenerlo, mientras Salvador se cubría la cara y el bigote con ese estilo suyo tan absurdo.
Por la mañana volvimos a abrazarnos, y de nuevo nos enfrascamos en ese amago de sexo que se dá entre una pareja de casados viejos. Se arrodilló ante mi y me pidió que volviera a casarme con él, accedí como siempre, embobada por su cara de niño viejo y su llanto amargo y pueril. Fascinada porque me necesita tanto como a una madre, que también es su amante, que también es su esposa.
Dos días es lo que toma a su pequeño cuerpo recuperarse, especialmente cuando pinta, lo hace por horas y otra vez poso desnuda en un incómodo silloncito, no puedo evitar sonreír. Su devoción, sus miradas, lo inútil de sus patéticas elevaciones, que duran segundos o tal vez minutos, sus absurdas corridas cuando uno de los jóvenes ayudantes intenta acomodar mi seno derecho con cinta, para que se vean simétricos, de pronto se inclina, el chico y yo nos damos cuenta de que se ha vaciado, por completo, sólo al vernos, vuelvo a reír, porque a él le encanta que lo haga , que me burle de sus pequeñeces y sus locuras.
Las veces que he estado con dos hombres, desde que vivo con él, solamente ha observado, suda como loco, pero no se acerca, entiendo que no puede y que todo lo demás que hacemos compensa incluso lo absurdo de dejarme ver con otros, de sentirme usada…
Dos o tres veces hemos logrado hacer realidad nuestros deseos, entonces me sodomiza, grita su nombre, me transformo en un joven poeta, por un par de segundos. Luego termina la magia, de nuevo somos nosotros, la misma pareja de viejos, que necesita un poco de sadismo para sentir, la pareja que se sigue casando porque dependemos el uno del otro, porque comprendemos las locuras del otro, porque me llama su Gala, y lo amo.

Gala

jueves, 6 de diciembre de 2007

Hip Hop -pajero- del bloguero plagiado

Ahora resulta
que a un bloguero
le pagan con el plagio
sus horas invertidas
en crear tantas charadas

Merece respeto
su trabajo es sincero
si tienen un problema
vayan con un loquero
que les recete mota
alguna formulita
para escribir sus propias cosas
y que les quite lo mulita

Blogueros originales
merecen libertades
no plagios ilegales
son actos criminales

Si eso no te cansa
prefiero la venganza
con mi mejor estilo
aprieto la moyera
dejo sonar un verso
que agite una alianza
de todas las razones
no simple alabanza
un puño sincero

Que abrace la escritura
como hacen los pajeros
en el momento que jura
ser rey de sus aleros

Por eso me declaro
un gran irreverente
teniendo presente
las ideas germinan
desde un estilo propio
frondoso
fresco
profundo
que un pinche plagiario no se lo imagina
el roba las palabras
no tiene algún oficio
solo es un desperdicio
de mates y prejuicios

Por eso declaro
no soy verbo
no soy predicado
menos sutantivo
eso lo dejo a Arjona
quien con gusto me encabrona

Soy bloguero mal pagado
pero eso no me importa
no tiene significado

Somos poetas
no somos profetas
montamos camionetas
pa vender paletas
compus sin regletas

Todos los cantantes
quieren sus diamantes
pero los poetas queremos ser amantes
ser los más galantes
entre los escritores

Por eso los poetas
no quieren plagiadores
ladrones del estilo
ladrones de la fama
les vamos a dar con la macana
verán lo que es bueno
pues todos los blogueros
que fuimos plagiados
vamos a castigarlos

Tendrán su merecido
por haber mentido

50 cent de quetzal

martes, 4 de diciembre de 2007

La Familia

Mi tía compraba todos los meses la revista “La Familia”, aseguraba que lo hacía para conseguir unos cuadros de manta, de aquellos que traen tenues dibujos para bordar, con los que, según ella, completaría un hermoso mantel. Como nunca la vi bordando, estaba seguro que aquello tenía otra explicación. Solterona, como era, iba todas las tardes a misa, se persignaba y oraba día y noche. Sus faldas largas, olorosas a naftalina, y sus cuellos almidonados se distinguían a kilómetros, en un pueblo donde la mayoría de las mujeres eran indígenas y usaban sus vestimentas tradicionales.

Tenía su propia habitación, una especie de altillo en medio del patio, a donde ninguno de nosotros subía, en parte por lo empinado de la escalera y en parte porque de habernos atrevido seguramente habríamos parado en el horno que mantenía encendido todo el día.

Cuando la famosa revista dejó de publicarse ella comenzó una etapa de decadencia, que completaba con absurdos alegatos hacia nosotros y quejas acerca de quienes habían profanado su santuario.

Mi padre llevaba gente cuando ella estaba en misa, a veces entregaba paquetes, se nos había pedido a todos no hablar con la tía ni con nadie al respecto. El día que llegaron por él la tía permaneció en el altillo, no bajó para nada; los soldados saquearon cada rincón de la casa, se llevaron joyas de la familia y libros, pero no subieron. Ella bajó horas más tarde, cuando mi madre sollozaba, medio dormida, auxiliada por las vecinas, quienes después se ausentaron y no volvieron jamás. La recuerdo con su pose insolente, la Biblia en las manos, haciendo una mueca de mofa y vanagloria. La casa le quedó a ella cuando mi madre, con la ayuda de un amigo, nos sacó del pueblo y de los recuerdos.

Regresé veinte años más tarde, con miedo y sin estar seguro de que hacía lo correcto. La gente aún recordaba quien había sido mi padre, por otro lado, mi acento gringo y las ropas que ahora usaba no le hacían gracia a nadie. Necesitaba un par de días solamente, la carta decía que la tía había tenido un infarto, como era el último heredero se suponía que vaciaría la casa y volvería a Los Ángeles. Logré vender la mayoría de las cosas, pero antes de conseguir comprador para la casa decidí vaciar yo mismo el altillo. Entrar a aquel santuario podía hacer temblar a cualquiera: las paredes estaban tapizadas por los grabados de Doré, que se publicaban en la revista “La Familia”, sin el orden bíblico, narraban una historia conocida y profana, el absurdo amor platónico de la tía por mi padre, sus nombres en la ilustración de Adán y Eva, mi madre como la gran ramera, el abuelo como Moisés, haciendo pedazos la historia de amor, el ángel anunciándole que sería madre sin pecado, mi padre como uno de los filisteos que invadían la tierra prometida, mi padre como Jesús y las hordas de soldados que se lo llevaron, por último mi padre en el infierno, siendo torturado hasta la muerte. Los garabatos que narraban la historia estaban bordados en los lienzos de manta que hubieran sido parte del ajuar de la novia. Sin creerlo, me senté en la vieja cama, desde allí divisé el arcón, el baúl de esperanzas donde supuse encontraría las otras partes del ajuar de la frustrada novia. Lo abrí, mi vómito cubrió las paredes, mientras veía lo que quedaba del cuerpo de mi padre, metido entre sábanas de lino bordado, un tenue hedor a naftalina aún persistía. A la siguiente noche, en secreto, con ayuda de un viejo amigo de la familia, le di sepultura al arcón.

Nadie creería que la bondadosa y devota solterona había delatado a su cuñado y como premio el teniente le entregó el cuerpo, con el que vivió hasta su muerte.

Luis Pérez

lunes, 3 de diciembre de 2007

Número 1000

Número 1000 es un tipo común y corriente, con sueños, aspiraciones, tristezas, decepciones, alegrías, su vida no se parece en nada a la de 900, el famoso pianista. No ha vivido en un barco, no ha subido a un tren, nunca ha viajado en avión. No sabe quien es Henry Chinaski, pero ha sido despedido de tantos trabajos como él; por eso a la fecha no ha logrado conseguir uno bueno. Ha desempeñado mil oficios, pero no ha aprendido ninguno. Por esta temporada se le ha visto empacando manzanas importadas, de las que se venden en lugares exclusivos, de las que se consumen en los hoteles y restaurantes finos, de las que luego adornan las mesas de unos pocos que, según él, de verdad tendrán una feliz navidad.

Hace poco los clientes empezaron a quejarse, pues estaban recibiendo algunas cajas incompletas o mal empacadas, las investigaciones del caso indicaron que Número 1000 era el responsable, por lo que fue despedido de inmediato. Salió de aquel lugar sin reclamar, caminó un rato, de pronto se encontró en la puerta de un ciber café, decidió entrar “de ahora en adelante vagaré en el ciberespacio”, dijo en voz alta. Luego de varias horas de navegar, de saltar de link en link, llegó a un blog en el cual aparecía, al pie de la página, el número 1000 “Vaya que heavy, soy el visitante número mil, igual que mi nombre, debe ser mi día de suerte, algún premio tiene que haber”. Esperó por unos minutos y como nada sucedió escribió un mensaje, para dejar constancia de lo sucedido. Unas horas después abandonó el lugar, convencido de que lo acontecido cambiaría su vida para siempre, era muy supersticioso.

De aquel evento han pasado varios días, su vida no ha cambiado, Número 1000 sigue siendo un anónimo que deambula por la red, no ha encontrado trabajo, pero ahora tiene la esperanza que algo sucedará.

Chepito De la Discordia

viernes, 30 de noviembre de 2007

Tiempo de Diablos y de Bushes

Para mí las vacaciones de la escuela no son para esperar la navidad. En este pueblo, cuando las vacaciones llegan es hora de sacar mi máscara de diablo y una cadena, de esas que se usaban antes para amarrar a los chuchos, entonces salgo con mis amigos a verguear gente, sobre todo a los que me gritan ¡diablo hueco, diablo hueco!, los persigo hasta darles con un chicote de doble punta. Con la cadena no pego, sólo asusto.

No me gusta meterle mano a las chavas, como hacen otros cuates. Talvez porque mi papá, quien fue el mejor diablo que haya existido, me enseñó principios. Cuando es tiempo de diablos tenemos licencia de pegarle a los desconocidos y a los curiosos.

Me dan risa los de la capital, cuando es 7 de diciembre queman su colchón y dicen que quemaron al diablo, quizá porque, según ellos, en la cama se cometen muchos pecados. Quién sabe.

A veces hay algún curioso que no se aguanta la chingadera, nos quita la máscara de diablo y nos taleguea, pero también en ocasiones alguno de los diablos les ha partido la cabeza de un cadenazo.
También aparecen pandillas de bushes o demonios. Sí, el nombre es profético, porque ahora existen dos demonios gringos llamados los Bush, pero no deviene de aquellos, ni tampoco creo que ellos se hayan puesto ese apellido por los bushes sampedranos. Son enmascarados, como los luchadores, tienen capas de nylon que hacen mucho ruido cuando corren, hacen tanto escándalo que los curiosos corren cuando los oyen, aún a dos cuadras de distancia. Cincuenta o sesenta conforman cada pandilla, generalmente no hay peleas entre pandillas. Al mismo tiempo salen muertes, llevando en la mano cañas de maíz que en la punta tienen una aguja capotera, para picarle la panza o las nalgas a todo mundo.

Los diablos siempre vamos con dos o tres amigos que no llevan máscara. Este año voy a estrenar una máscara genial. Creo que voy a ser diablo hasta que me queme y no pueda correr más. Aún me quedan muchos años para seguir siéndolo. En diciembre mi traje rojo es de diablo, no de Santa Claus.

El mejor regalo que me dio mi papá, una navidad, fue una máscara de diablo, hermosa, dijo que me la daba como herencia. Mi viejo profesor de lenguaje dice que las máscaras de diablo entre más feas más bellas.

Esta tradición de los diablos es única y sucede en San Pedro Sacatepéquez, San Marcos.

All Diablo

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Lara Croft

El 31 de octubre pude comprobar que mis sospechas tenían fundamento, era cierto, mis ojos lo vieron, ella estaba aquí. La actividad fue programada para dar inicio a las siete de la noche, pero Regina no apareció. Lo cierto es que fui sólo para saludarla, pues hace mucho que no la veo, ese rollo de las instalaciones y los performances no termino de entenderlo. Esperé hasta pasados diez minutos de las siete y decidí retirarme, en ese momento me di cuenta que Lara Croft venía caminando hacia mí, pensaran que estoy loco, pero es cierto, tengo testigos. Con paso firme y con voz sexi me abordó; que hacía la famosa salteadora de tumbas en cuatro grados norte, me pregunté. Claro que era difícil reconocerla, porque cargaba puesto un disfraz de La Chilindrina, de seguro iba para una fiesta de disfraces, era el día para esas cosas. Me habló con voz acelerada y me invitó a que pasara a ver una exposición de objetos que había obtenido después de saquear el cementerio la Verbena. Hubo dos cosas que llamaron mi atención, Lara llevaba en sus brazos una linda niña y estaba acompañada de un mulato canche, quien, supongo, era su guarda-espalda. Nos encaminamos al local en donde estaba la exposición, a todo esto ya nos acompañaban la conocida espía Mayakuska, con ella venía una niña cuyo porte recordada a una gran pintora mexicana. En ese mismo instante apareció la académica judía Basheva Levi; curiosa mezcla de personajes, pensé. El acceso principal al salón estaba decorado con una interesante combinación de lápidas, de todos tamaños, colores, nombres y fechas. Tratando de hacer una broma, pregunté por el botín que había extraído de las tumbas, pero evadió el tema y la conversación se fue por otro lado. En el salón de al lado se podía ver a una mujer escribiendo en la pared, como emulando a Bart Simpson. Aquello era alucinante. La actividad concluyó después de unas palabras de un español peludo. Todo estuvo muy bien, pues pude conocer a la voluptuosa mujer, protagonista de “Tomb Raider”. Lo único que lamento es que Regina no haya aparecido y a la fecha sigue sin aparecer.

Game Boy

lunes, 26 de noviembre de 2007

Temporada navideña

Cada año sé que ha empezado la temporada navideña por una señal definitiva: aparecen los primeros indigentes muertos de hipotermia. Siempre es uno o dos, pero su aparición es necesaria para que yo me sienta a pleno en la época. No basta que inicien los anuncitos pendejos en la radio, que prendan lucecitas de colores en los centros comerciales, que inauguren los árboles gallo o que pongan el guaro en rebaja, yo necesito que aparezcan, fríos y tiesos en alguna acera, y ahora sé que no soy el único.

La vez pasada estaba en la tienda de doña Licha, allá por los campos del Roosevelt. Allí venden unos panitos con pollo, de esos con salsa de tomate de la deaverdá y no la porquería de ketchup que se atranca la gente hoy en día. Pues ahí estaba yo a mediodía y que se para enfrente una patrulla. Los tiras seguro iban a echarse un su panito pero en eso que se abre una puerta y sale corriendo un tipo enchachado. Doña Licha puso el grito en el cielo, literalmente, porque tiene un galillo tan potente que se le podría escuchar a un kilómetro de distancia. No sé si fueron los gritos de la doña que hayan azurumbado al delincuente o la poca agilidad que todavía conservaban los tiras –lucían galanas panzas– la que resolvió el asunto. Lo cierto es que a media calle fue sometido el pobre chara –ahora podía distinguir toda su pinta y se le notaba que era chara– con todo lujo de fuerza, como escriben en Nuestro Diario.

Doña Licha salió corriendo hacia el lugar de los hechos y hasta les ayudó a los tiras a patear al pobre bolito. Doña Licha a veces me recuerda a mi mamá. Una vez íbamos al mercado a comprar aserrín para el nacimiento y hacía un frío de aquellos perros. Una doñita con un patojito a tuto y dos a rastras se nos acercó y nos dijo: una ayudita por vidita suya. Mi mamá, así como era de grande y gritona, le contestó: andá trabajá güevona, andá a pagá tus calenturas, mirate, llena de chirices. La mujer le contestó algo así como "tu madre" y se fue moqueando por la calle. Entonces doña Conchita, que así le decíamos de cariño, se le fue encima con toda su fuerza y para qué les cuento cómo la dejó.

Ya instalados nuevamente enfrente de nuestros panes, doña Licha platicaba muy amable con uno de los polacos. Mire usté, le decía, así de vergueados deben aparecer todos estos ladrones güevones. Lástima que no quedó mi coronel, y que al panzoncito aquel con planta de robocop, el canchito, hombre, lo hayan fregado los desagradecidos esos. Pero ustedes nos pueden dar a nosotros los guatemaltecos honrados nuestro regalito de Navidad, ¿verdá?

Rayo Chapín

jueves, 22 de noviembre de 2007

Thanksgiving day

Iba manejando cuando en la radio dijeron: Faltan solamente setenta y cuatro días para navidad, casi me mato al esquivar a un vendedor de gorros de Santa Claus, esos que tienen lucecitas.

Al llegar a casa, cuando le conté, me preguntó sonriendo: ¿por qué no me compraste uno?, y procedió a mostrarme que había desplazado el televisor para hacerle sitio a tres esferas de cristal con nieve (una por cada año que vivimos juntos) y una escultura de la Sagrada Familia, que juntas costaron casi su salario de un mes, perfecto inicio de la temporada de fiestas.

La decoración tuvo que hacerse a un lado unos días, para dar paso al esqueleto de cartón, tamaño natural; la enorme calabaza sonriente, cubierta de telarañas de algodón y el recipiente de dulces, que nadie se comió, supuestamente para los niños que pasarían por la puerta la noche de Halloween, y que luego iría a parar al basurero. (Vivimos en un sexto piso, ¡por favor!)

Quise ignorar el discurso de Laura, se quejaba por la falta de apoyo de mi familia, nadie había probado el Pumpkin pie (comprado), y el tazón de semillas, fritas, de calabaza (pepitoria, que cosa tan rara) que, para lucirse, había llevado a la celebración del Día de los Santos. Pero... ¿quién se iba a comer eso acompañando el fiambre, y las cabeceras de ayote, garbanzos y buñuelos? Aunque mi madre no es una santa, la dejé hablando sola y salí.

Cuando regresé Laura todavía lloraba, incapaz de negociar acepté darle gusto. Pedir el día libre en thanksgiving y ayudarla a cocinar un enorme pavo importado, mientras ella haría lo propio con los sweet potatoes (puros camotes), cubiertos de angelitos de colores (perdón, marshmallows), y abriendo las latas de cranberry (¿qué putas son?), para la fiesta, que para fines prácticos es un pretexto para cocinar todo el día y comer toda la noche.

Mi (nuestro) apartamento estaba lleno de caras decoraciones navideñas, y el acostumbrado pavo inflable en el pasillo, frente a la puerta. Laura me ha contado, en dos idiomas, lo que significa el día: el pavo, los indios, los pilgrims.

La lista de invitados incluía a Maritza, la bulímica de la oficina, Claudina (la vecina de arriba, que nos cae mal, pero vive en el penthouse y por eso no podemos dejar de invitarla), y Mario, (su famoso amigo gay). En total doce personas, fue totalmente prohibido incluir suegras.

A las seis llamó Mario: "no puedo llegar, hay que trabajar hasta tarde y no estamos en los states, así que no hay feriado, y bla, bla, bla. A las diez cenamos ella y yo, sin tocar el pavo. No quise seguir oyéndola llorar y lamentarse de: este paisito insensible lleno de gente ignorante que no reconoce las buenas tradiciones.  Me dediqué a lavar los platos, envolver los restos y dejarle un mensaje a la señora de la limpieza, para que hiciera con la comida lo que le diera la gana.

Unos días antes de Navidad Laura echó, a gritos, a mi sobrina de cinco años, por romper un reno de cristal, la pobre niña lloraba, mi hermana y Laura gritaban tanto que pensé se agarrarían del cabello. Decidí que el mejor lugar para pasar la fiesta en paz era el puerto.

Las doce me sonaron en Monterrico, cantando rancheras con un par de gringos viejos y borrachos. El Año Nuevo lo pasé en Pana.

La bienvenida me la dio un apartamento sin muebles, y el piso de la entrada cubierto de tarjetas de navidad, algunas aún dirigidas a ambos, como pareja.

El membrete de un orfanato cercano me recordó a Laura y supuse que sería una advertencia para que ella dejara de echarles el carro encima y gritarles mareros a los muchachos. En realidad decía algo así: ignoramos por qué decidieron preparar una cena de thanksgiving para nosotros, gracias por compartir su alegría familiar, muchas bendiciones y que su vida sea tal como la han soñado.

Laura Ingalls

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Nos vamos al mundial

El plan no podía fallar, la oportunidad era única, no importaba esperar veinte años por los resultados, si el sueño de ver a Guatemala en un mundial de fútbol se haría realidad.

El gobierno y la compañía que lo trajo al país se disputaron el patrocinio, pero un decreto legislativo, emitido de urgencia nacional, bastó para que el Estado tuviera la obligación de financiar el proyecto y por lo mismo llevarse el mérito, cuando todo se hubiere concretado.

El presidente se las ingenió para aparecer como el propulsor de la idea. Aunque todo aquello debía ser manejado como ultra secreto. Las circunstancias jugaron a favor, pues el famoso futbolista, además de venir a la presentación de una marca de cerveza, decidió pasar dos días de vacaciones en estas tierras.

Convencer a Ronaldo de participar fue fácil. Sobre todo cuando se le explicó lo que se pretendía: “Usted sólo tendrá que embarazar a un mínimo de treinta mujeres guatemaltecas y recibirá cien mil dólares por cada una, todo será manejado con absoluta confidencialidad, su nombre jamás será mencionado, ni las circunstancias en las cuales se realizó este trato, los términos y condiciones están en este documento”.

Dejando ver su característica sonrisa, estampó la firma en los papeles y terminado el compromiso publicitario se puso manos a la obra. No sorpredió la cantidad de mujeres dispuestas a tener sexo furtivo con “El fenómeno”.

Los eventos aquí narrados sucedieron en el año 2003, en aquel entonces circularon algunos rumores al respecto, pero todos fueron tomados a manera de chiste, lo recuerdo ahora porque me sorprendió ver en el Museo del Niño, -el fin de semana fui con mi hijo-, a un grupo de patojos guiados por dos maestras y varias niñeras, llamó mi atención que todos eran de pelo rizado, mulatos y con grandes dientes frontales.

Diego Iespien

martes, 20 de noviembre de 2007

El sueño américano

No lo podía creer, mi amigo Juan se había subido a un Jet 747, en la cabina, junto a los pilotos, había obtenido un premio impresionante. Todo ocurrió cuando fue a sacar la visa americana, pago sus 120 dólares, producto de un año de ahorros, y se dispuso a probar suerte con los tramites para acceder a tan preciado documento. Se subió al autobús del servicio publico, ruta 82 y se bajó frente a la embajada de las barras y las estrellas con un aire de quijote frente a gigantes molinos. La vio con desprecio y con aire de vencedor, pues según él la cita que le habían dado lo llevaría directamente a la ventanilla, pero ese fue su primer desengaño, la cola era enorme y se antojaba interminable. En ella encontró altos ejecutivos con tarjetas visa oro, otros que llevaban sendos papeles acreditando múltiples propiedades, otros más con un montón de estados de cuentas bancarias, con cifras de varios ceros. Él únicamente llevaba su pasaporte y una humilde cedula ajada que, a pesar de haberla emplasticado con material grueso, no resistió las múltiples veces que le fue requerida para cobrar cheques en el banco, enseñarla a la entrada del cine en las funciones de películas para adultos y en otras ocasiones en las que le fue requerida por la policía, aduciendo conducta sospechosa. Tiempo atrás había decidió no reponerla, temía que parte de su historia se perdiera y además, para los gringos que son tan desconfiados, una cedula nueva es indicador de falsificación.

Juan observó, con displicencia, a todos esos contrincantes, cada uno con fajos de papeles en las manos y pensó que sus oportunidades de conseguir tan ansiado botín eran mínimas. Empezó a elucubrar estrategias sobre como eliminar a los contrincantes; cual don Quijote, ante un montón de bandidos bien trajeados, pensó en desaparecerlos con el pensamiento, pero no funciono, pensó en noquear a uno por uno, pero eran demasiados, como unos quinientos; pensó en prenderle fuego a la embajada, pero seguramente lo confundirían con terrorista talibán y nunca le darían visa, en esas estuvo todo el tiempo y sin darse cuenta le llegó su turno. “Sus papeles”, dijo el gringo encorbatado, Juan entregó orgullosamente su pasaporte y la humilde cedula, en la que se podía observar una foto de cuando tenia 20 años menos. El gringo lo observó y preguntó “solo esto”. “Pues si” contesto Juan. El gringo, estupefacto por la seguridad de mi amigo, se sintió confundido y le dijo “¿para que querés la visa?”; Juan vio la oportunidad de decir lo que había estado mascullando desde minutos antes de llegar a la ventanilla y empezó un animoso discurso. “Para ir a ganarme la vida honradamente”, levantó la mano antes de que el gringo pudiera decir algo y prosiguió, “ve todos estos que están aquí, son un montón de mentirosos, le traen todos esos documentos: las tarjetas Visa, para decir que tienen crédito; las escrituras, para decir que tienen propiedades; las cuentas bancarias, para decir que tienen pisto. Mentira, pura mentira, porque si yo tuviera crédito, propiedades y pisto, no vendría a mendigar por una visa”. El gringo, asombrado por la actitud de Juan, se emocionó tanto que se le salió una lágrima de admiración ante actitud tan valiente y decidió otórgale una visa múltiple, indefinida, con foto de marco especial, pagarle el pasaje y hospedarlo durante una año en su casa. Además, claro está, le concedió el privilegio de viajar en la cabina del Jet 747, situación reservada para héroes como mi amigo Juan.

Poncho Pilatus

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Si Arjona fuera el Gabo

Llegué a Cartagena buscando a Gabo, me interesaba participar en un taller de poesía que él estaba organizando.

Increíblemente no me considero buen poeta, soy más bien un cantautor, un bohemio que intenta escribir poesía; aunque tampoco oculto que, si de literatura se trata, lo mío es la novela, tenía una que la escribí tres veces, pero el disco duro de la computadora se encargó de eliminarla, he llegado a pensar que esas máquinas saben lo que hacen.

El vuelo del norte al sur me volvió a recordar a mi querido Jocotenango, es imposible vivir en el norte, pero ¿qué le hago?, hay que trabajar para comer y en Guatemala un cantante come mierda o no come.

Cuando llegué a la ciudad, me desayuné una arepa de huevo que me supo a pupusa de la Chonita, enfrente de Ciencias de la Comunicación, en la USAC, deliciosas. En mi breve paso universitario aprendí a amar los shucos, las tortillas con frijol frío de lata, qué decir de las pupusas, con su poquito de curtido (lástima que esta, de huevo, no tenga chile ni curtido), claro está, todo bien acompañado de cerveza, no importa la marca, o ya de perdida una pacha de indita.

Volviendo a la historia, entrar a la ciudad es como llegar a la Antigua, caminé sigiloso, como un animal nocturno, esperando que no me reconocieran, ni que me persiguieran, el problema es que aquí no hay desfile de gigantes, por lo que no podía ponerme una máscara.

El taller estaba programado en un hotel de lujo. Luego de la inscripción todos me reconocieron. No quise ponerme un pseudónimo porque yo soy yo y no necesito comprobar que no soy de neptuno (aunque parezca extra terrestre). Debo decir que en esta ciudad la luna clara se desliza por cualquier cornisa, pero no se parece a la luna de mi Xelajú.

Gabo, brutalmente creativo, nos hizo cabalgar sobre los sueños, con ojos de perro azul, pero yo me sentía tan fuera de lugar como un esquimal en Varadero. La intención de participar en el taller incluía recuperar mi historia, ver hacia adentro y soñar con sumas no resueltas, uno más uno que no suman dos, tal vez tres; tenía que resolver algunos problemas existenciales, episodios de mi vida, como aquel en el que Jesús afinó mi guitarra, cosas que aún ahora sigo sin entender (cómo pudo mi madre bautizarme y no avisarme, la rima me sale natural). En mi esfuerzo creé imágenes buenísimas, y metáforas que incluyen noches de luna entre ruinas.

Por la noche el Gabo nos llevó a una parranda. Me pareció increíble la capacidad del viejo para entablar conversación con chicas de jet set o mujerzuelas de esquina y, más aún, que vestido con el liki liki se lanzara a bailar cumbia (con pañuelo y todo); me rehusé amablemente a hacer lo propio, porque mi flexibilidad es escasa, a pesar de los esfuerzos de mi entrenador de basket en los Leones de Marte. (por eso piensan que soy extraterrestre).

Los cantores de vallenato improvisaban décimas al ritmo de toda clase de instrumentos, me dieron ganas de agarrar una guitarra y cantarle unos versos al Gabo, pero una voz gangosa interrumpió mi intención, mientras cantaba:

Arjona es para la trova
Arjona es para la trova lo que Bush es para Irak
cantando se encaraman
a la mierda ya se irán


Al inicio de la tonada no había reconocido la voz, la verdad era que no lo creía, ya para el final no había duda de que se trataba de Sabina, al que le he fusilado algunas lineas; en realidad Sabina es casi mi padre. El rechazo de Joaquín me hirió muy dentro, llorando le confesé que sólo quería escribir la canción más hermosa del mundo; iba a decirme unas palabras, pero alguien le preguntó a qué hora se había terminado la velada de la semana anterior, a lo que él respondió: creo que nos dieron las dos y las tres y las cuatro y las cinco y las seis.

Quise volver a la conversación, pero la mano del Gabo apretó mi hombro, al tiempo que decía: tenemos que irnos, es peligroso andar muy noche en la calle, en esta ciudad espantan.

Johan Bush Walls

Trovadores

El ambiente era tenso, miles de personas se habían congregado sobre la plancha del zócalo de la ciudad de México, convocados de urgencia por el tribunal de honor de la liga mundial de trovadores; la intención era hacer un juicio público a Ricardo Arjona, quien a pesar de las múltiples advertencias insistía en decir que era un trovador. Había llegado gente de todas partes, de Guatemala estaba presente un número considerable y los que no pudieron llegar mandaban mensajes de texto, demostrando su apoyo al cantautor chapín.

Se trataba de una actividad sin precedentes, en anteriores oportunidades se consideró juzgar a José Luis Perales y a Franco de Vita, pero ellos se disculparon con los trovadores y ambos casos no pasaron a más.

El primero en tomar la palabra fue Delgadillo, con voz firme dijo Hoy necesito toda la noche para contar lo que he escrito, acerca de los que comercian con la música sencilla y reciclada y que nunca dicen nada, será que no tienen nada que decir. Como quisiera ver que el artista está buscando la manera de hablar de todo lo que se ha vuelto importante y aún así nunca es bastante, aún nos falta y vaya si nos falta tanto a que cantar.

Se había pactado que las intervenciones fueran cortas, a continuación vino Silvio, Yo también canté en tonos menores, yo también padecí de esos dolores, yo también parecía cantar como un santo, yo también repetí en millones de cantos: Te quiero mi amor, no me dejes solo. No puedo estar sin ti mira que yo lloro. Pero me fui enredando en más asuntos y aparecieron cosas de este mundo: «Fusil contra fusil», «La canción de la Trova»; y «la era pariendo» se puso de moda, el griterío pidiendo que cantará era ensordecedor, pero terminó su intervención diciendo: No voy a repetir ese estribillo.

Serrat se levantó de su silla y tomó el micrófono, con tono indulgente dijo: Caminante son tus huellas el camino y nada más, al andar se hace camino y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar; los otros sólo cruzaron miradas, como quien pregunta aquí que pasó.

Sabina se dirigió a la multitud y dijo, levantando un disco de Arjona en la mano izquierda, Les presento a mi hermano bastardo, patrón de la merca ambulante, Dios me libré de los tontos por ciento del cuento del bisnes; pareció que no iba a decir más, pero retomó el discurso sólo para decir: Ven a poblar el zócalo de ojos, siembra de migas de pan caliente mis canas de alcanfor adolescente, ponle al sordo voz y alas al cojo, bendice nuestro arroz, nuestro minuto, como si no fuéramos cómplices del luto del corazón; se despidió haciendo una mirada retadora.

El único que lo defendió fue Pablo, ya se sabe que hasta una canción grabaron a dúo, al parecer tuvo pena de estar presente, pues envió un video en el que decía: Hoy quise estar contigo amigo y la dura realidad destruyó el dulce sueño que forjamos tú y yo, tal vez mañana haya otra suerte. Ojalá. Adiós.

Esa fue la última intervención y luego hicieron un círculo para deliberar acerca de la decisión final, cinco minutos más tarde comunicaron a la multitud que la acción a tomar era asistir al próximo concierto del guatemalteco y entre todos darle una gran taleguiada y no soltarlo hasta que pidiera perdón.

A punto estaban de retirarse, cuando vieron que una larga melena sobresalía entre la multitud, mientras corría deprisa hacia el escenario, la multitud se dividió entre vítores y abucheos; Arjona alcanzó a llegar al micrófono y dirigiéndose a los trovadores dijo: Quién diría que el mink y la mezclilla podrían fundirse un día, ustedes caviar y yo tortilla, quien diría que lo importante es aceptarlos y que me acepten como humano. Después hizo una reverencia. No habían pasado ni tres segundos cuando Delgadillo le propinó tremenda patada que le hizo levantar de golpe la cabeza; el resto fue una verdadera masacre.

Il Trovatore

lunes, 12 de noviembre de 2007

La Canción de Auté.

Me pidió una letra la primera noche que nos conocimos, claro que no accedí a dársela. Pienso que mi música suena mejor con la voz nasal de Silvio y un poco del ritmo caribeño de Pablo, pero el viejito insistió y por lástima, porque por otra cosa no se la daría, pensé, pobre viejito se va morir con un mal gusto en la boca y se la di. Eso sí, le puse una condición, teníamos que llegar a un arreglo de manera inmediata.

Don Autecito, como cariñosamente le dice una ecuatoriana, quien le sirve café cortado, todos los días, en el paseo de las Ramblas, de inmediato llamó a Joaquín, ese de la voz gangosa, que tiene una mala canción que empieza con ya eyaculé. Imaginé que de seguro me fregaría la canción y que las palabras de amor las cambiaria por 4 gramos de coca y una cachonda de la esquina.

Rezongué con la nariz, a lo que don Auté reaccionó con pena, mientras preguntaba si me parecía Sabina para la musicalización, a lo que respondí que prefería algo mas profundo. Tal vez Vicente Amigo interpretado por Tomatito, accedió amablemente; aunque luego mencionó a Paco de Lucía como intérprete, yo pensé que ya no tocaba, le dije, pero él respondió: qué vá, él puede si yo se lo pido, además esta letra me parece soberbia. Así cerramos el trato.

Por cierto, la letra que accedí a darle era una reinterpretación de aquella famosa canción que dice: los pollitos dicen pío pío pío, cuando tienen hambre, cuando tienen frió, me atreví a adaptarla a un lenguaje mas apto para la fina audiencia que va a sus conciertos y quedó así:

Pían desesperados ante la ausencia
de un alimento que les sacie su ínfima existencia,
su madre sin temor acurruca los frágiles cuerpos,
sin mediar conciencia, cede ante su carencia,
se lanza a la calle y los alimenta, la la la, lalalaralara


Les juro que Auté lloró de júbilo cuando interpretó esta estrofa, doscientos setenta y cinco veces, durante las dos horas que duró el concierto en el palacio de los deportes, en Madrid.

Charly Idol

Campeón del mundo

Conocí a Gary por azares del destino, era inicio de los años 70 y la efervecencia revolucionaria había hecho que mi padre, militante patria o muerte él, viajará a México para un encuentro con Trotsky. A los niños nos dejaban en una pequeña sala, lejos del salón principal. Gary era un niño huraño, pero taimado, como lo demostraría años más tarde. Yo por mi parte era tímido y me mantenía jugando con aquellos muñequitos que mi padre me había enseñado a colocar, de forma ordenada, sobre el pequeño cuadrado. El juego nunca me gustó del todo, pues aún los movimientos básicos eran complicados; diagonales, columnas, escaques, aquello se complicaba mientras se avanzaba en el conocimiento, hubiera querido tener un videogame portátil, pero claro que entonces no existían. De alguna forma, las largas horas en aquel espacio hicieron que termináramos jugando, Gary me rogó que le enseñara como se jugaban aquellas figuritas, llamó su atención una en forma de caballo. En realidad le costó un poco aprender el movimiento de cada pieza, pero para el final del día habíamos disputado varios enfrentamientos y aunque no me logró ganar, me quedó la impresión de que el jueguito le había gustado. Aquella reunión quedó al final como una anécdota que me atrevo a contar ahora que leo en los periódicos que Gary Kasparov aspira a ser el nuevo presidente de Rusia, pero lo que más me sorprendió es leer en su currículum que años atrás fue campeón mundial de Ajedrez y que es considerado, por muchos, como el mejor jugador que jamás haya existido.

Roberto Pescador

jueves, 8 de noviembre de 2007

Comentario pajero sobre el texto Material Girl, de Jorge Arenas

El texto de Jorge Arenas bucea profundo en el lenguaje del best sellers, ubicando con toda la seriedad del caso a los personajes en un espacio que puede serle ajeno al autor, de hecho ese es uno de sus méritos. Se puede sentir la influencia de Woody Allen en el relato, quizá le haga falta algo de Bukowski, pero el conjunto suena a una buena canción de Paul Simón o Billy Joel. El texto huele a 5th avenue, quizá al Hotel Waldorf. Si tuviera elementos de Queens sonaría más cercano a la realidad, pero el discurrir de la historia fluye, hasta se sienten las bocinas y el ruido del tráfico, afuera; lo único malo es que está situado en California.

David Lince

Material girl

Estaba en ese café, cerca del Farmer's Market, en Beverly Hills, el aroma a canela y vainilla nos cercaba. Louise estaba frente a mi, el pelo rubio platinado y un abrigo demasiado grueso para el clima de California, aún en diciembre no hace tanto frío como en Londres o Nueva York. Con un ademán demasiado exagerado, luego de dar un par de sorbos de café, se quitó los lentes y el abrigo y quedó con una blusita pegada y escotada, mostrando su esplendida figura; ajusté la mía, intentando no verme tan vieja, a veces olvido que ambas tenemos la misma edad, pero Louise-Madonna se ha convertido en alguien sin tiempo, por otro lado, a mi eso del Fitness no me gusta.
A pesar de su reciente boda, es legendario su apetito sexual y ahí estaba ese muchacho sentado en la barra: cuerpo de modelo, ojos de lince y barbita descuidada. La camisa se le pegaba al torso y sus rizos dorados invitaban a meter los dedos y despeinarlo ( y más, mucho más). Louise se quitó los lentes oscuros (hasta ese momento) y lo miró con insolencia, el muchacho, nada tímido, correspondió la mirada y sonrió, al parecer estaba acostumbrado a ver "celebridades" en el café.
De pronto se levantó, se dirigió a nuestra mesa y sin pedir permiso se sentó. Un hola y un par de besos al aire fueron suficientes para iniciar una conversación bastante trivial, ella reía, se veía encantada. En cierto momento no pudo más y le dijo "por Dios que eres bello" y él sonrió de nuevo. Metió sus manos en el pelo del chico y lo revolvió, había cierta tensión sexual , él se dejaba hacer y tocar sin problemas. Me sentía incómoda, lo suficiente como para fingir una llamada urgente y querer salir de allí, sin que ellos se dieran por enterados. Louise pensó que era el momento de llevarlo a otro sitio, entonces utilizó la frase más trillada que se le pudo ocurrir "en realidad, yo creo que nos conocemos de algún lado, quizá de otra vida", el chico le dijo, mientras le apretaba la mano, "por supuesto Louise, tu fuiste a mi fiesta de cumpleaños". Madonna trastrabillo, pues nunca olvida a un hombre guapo ( y menos una fiesta de cumpleaños), luego siguió, "claro que entonces tenía cinco años, tú eres amiga de Ana, mi madre, por eso vine a saludarlas".

Jorge Arenas

martes, 6 de noviembre de 2007

Asshole

Me pareció un muchacho insignificante, intentaba caerle bien a todo mundo, sus comentarios eran insípidos, absurdos y en algún momento llegué a pensar que sus funciones mentales no estaban completas. Se veía perdido. El viaje a las grutas de Lanquín era una cooperación con la Cruz Roja y el ejército gringo, para aprender técnicas de rescate.
El grupo entró a las cuevas que, en ese entonces, tenían una iluminación tenue, pero que llegaba hasta adentro.
El jefe repartía órdenes y el muchacho, quien apenas hablaba español, corría de aquí para allá, al parecer consideraba útil el entrenamiento, pero sus habilidades y destrezas no llegaban a equipararse con las de un niño de 8 años.
Eran dos grupos, las diferencias saltaban a la vista, los gringos estaban completamente equipados, con cuerdas y arneses; mientras los chapines se amarraban lazos a la cintura e intentaban simular que eran un "equipo" de primera.
Las luces en la frente y los pesados cascos de la Cruz Roja, encubrían el uniforme de combate y las botas de los norteamericanos.
Los diez gringos, de cualquier manera, no podían competir con los guatemaltecos, quienes se metían como cotuzas dentro de la tierra, arrastrándose, sin importarles el lodo.
En una de esas el chico, con la ansiedad que llevaba y la necesidad de mostrar sus habilidades, intentó pasar a uno de los chapines y lo aventó al río.
La corriente lo hizo estrellarse contra las piedras y murió instantáneamente.
Los otros guatemaltecos no podían creerlo, se abalanzaron a rescatar el cuerpo, ante la mirada indolente de los gringos, quienes no hicieron el menor intento por ayudar.
Se sentía la tensión en el grupo, acentuada por la actitud del muchacho, que aparentaba calma y actuaba como si nada hubiera pasado. Me acerqué, a tiempo para escuchar el regaño del jefe, quien no ocultaba su hostilidad ante la torpeza del patojo , la conversación se hizo mas fuerte, lo que yo lograba traducir, aparte de las maldiciones, era la cólera y la impotencia del tipo, que no entendía semejante ineptitud; "mira W, le dijo, si no fuera por tu padre te mandaba a corte marcial ¿no entiendes que acabas de matar a un hombre?" el muchacho apenas bajó la cabeza, seguro de su inmunidad y con desdén dijo algo que se traduciría como: "sólo es un latino". El incidente no pasó a más , al final de cuentas era tiempo de guerra y mucha gente moría en el área; sin embargo, aquel rostro indiferente nunca se borró de mi memoria
No me sorprendió, años después, cuando lo ví por televisión incitando a una de las guerras más estúpidas de la historia. Tan estúpida como empujar a un "latinito" dentro de una caverna.

Laura Ingalls

lunes, 5 de noviembre de 2007

Presidentes

Cuando conocí a Jorge no le decían el marrano, aunque ahora en su dorado exilio tampoco se lo dicen, ese sobrenombre sólo lo utilizan los periódicos del país.


Me sorprendí pensando en él, porque aquellos fueron buenos tiempos, claro que ser presidente es otra cosa, aunque los de ahora huevean más pisto, yo apenas hice uno que otro negocio, por eso sigo necio con querer ser diputado, da igual ahora ya ni me eligieron.

El otro Jorge era bonachón, pero pendejo, siempre pensó que sería presidente porque el tal Pepe Siekaviza le dijo que ganaría las elecciones alguien llamado Jorge. Por eso no quise aceptar cuando me propuso que hiciéramos chanchuy en un debate. Su idea era que nos sentáramos a discutir y que yo dejara que se viera mejor al momento de dar las respuestas, pero quién se iba a creer esa payasada, cómo me iba a superar con esa cara y hablado de baboso que tenía.

No fue difícil darle paja y en cuanto pude le planteé la idea al Serrano o marrano como quieran. Claro que él no tenía mucho pisto que ofrecer, pero entre las colectas de la iglesia y otros donantes logró conseguir mucho más de lo que me ofrecía el iguanón, entonces nos decidimos a montar el show.

A estas alturas no hace falta recordar el resultado, el asunto me viene a la mente porque ese cochinón vive como un rey en Panamá, mientras yo estoy aquí tronándome los dedos, ya mero que lo llamo y le pido algo de pisto.

Vini Ser Eso

miércoles, 31 de octubre de 2007

Ezra

Le estaba mostrando a T.S. un poemita que había escrito la noche anterior, de repente se apareció Ezra con un mamacho de hojas que, según dijo, estaban llenas de sus cantos; estiró el cuello para leer mi texto e inmediatamente pronunció las siguientes palabras: "no trates de escribir en versos mediocres lo que ya se ha dicho en buena prosa". Ahí mismo le dejé ir un gran talegazo y jamás volví a dirigirle la palabra, por eso nunca han visto que le haya dedicado algún poema.

Mill Soles

lunes, 29 de octubre de 2007

Personaje de novela

El fin de semana pasó volando, al estar borracho el tiempo no se siente. Como todo los lunes a medio día llegué a donde la Moli, ella hacía un caldo levantamuertos de lo mejor. Encontré a Miguel Angel, en la mesa de siempre, emborronando un cuaderno y con una cara de goma que no podía negar los días que llevaba enfuriado. Me senté junto a él y con voz pastosa respondió el saludo. Murmuró algo y siguió escribiendo, haciendo leves pausas mientras respondía mis preguntas.

Siempre decía que estaba escribiendo la novela fundamental de las letras universales, que había inventado un nuevo género literario, pero que por bocón le mencionó la idea a un colombiano y que tenía miedo de que lo plagiara, por eso quería terminar su novela cuanto antes. Según él, ya tenía el ofrecimiento de una editorial para la publicación del libro.

Siempre admiré la capacidad de Miguel Ángel de poner en palabras escritas todo lo que acontecía a su alrededor, por eso me gustaba conversar con él y contarle anécdotas y darle ideas, porque muchas las vi después en sus libros.

Mientras comentábamos lo rico que estaba el caldo, de pronto se quedó callado, muy pensativo, le pregunté que pasaba y me dijo que no sabía qué nombre ponerle a un personaje de su novela.

Me dio algunos detalles y tuve una ocurrencia, entonces le dije que lo que pasaba era que los escritores se complicaban la vida, un nombre se puede sacar de cualquier parte, por ejemplo, hoy es día de reyes, podés utilizar cualquiera de esos tres nombres, pero Melchor y Baltazar no suenan muy chapines, en cambio Gaspar sí, agarrá ese le sugerí. Me miró asintiendo y preguntó: "¿y el apellido qué?"; mirá vos, le dije, estamos donde la Moli, siempre venimos y tenés que hacerle un homenaje en tu libro, porque aquí lo has estado escribiendo y comiendo fiado, pero como Gaspar Moli, no se oye bien, que te parece si lo ponés al contrario, así quedaría, Gaspar Ilom, hasta chilero suena. Tagueno pues, dijo y seguimos platicando.


El pequeño moyas

sábado, 27 de octubre de 2007

Casi como un sueño...

Ayer que regresé a la casa, poco antes de las diez de la noche, con ganas de ver unos minutos del partido Guatemala-México, estaba sentada en la sala doña Luz Vendez De La Hierba, esa doñita, ochentona, que anda buscando todavía vestigios de Sor Juana de Maldonado. Siempre me pregunta si de casualidad sé algo de ella, yo le respondo que ahora no he visitado le hemeroteca.

Su visita fue sorpresiva y me extrañó que no estuviera viendo el partido en la tele. Saludé a doña Luz, quien cada vez que viene me chulea todo lo que escribo. Anoche mientras le preparaba un cafecito me dijo: "Qué linda esa su librera, chiquitita pero se ve el excelente gusto, se lo digo porque yo he leído y usted se ve que tiene gran sensibilidad, que se refleja en cada una de las obras que forman parte de su breve, pero muy hermosa librera , lo felicito" . Después se tomó el café y volteó hacia la puerta del baño y me dijo: "El otro día me quedé con ganas de decirle lo hermoso y original que está ese su cuadro de cartuchos. Qué lindo su gusto por las cosas hechas en Guatemala. Se nota que usted aprecia nuestro arte primitivista, kitsch"; y no me acuerdo qué más me dijo la viejita, que ya estaba comenzando a cabecear.

Le entregué el ensayo que cada mes le hago acerca de su obra, le encanta porque agarro cada uno de sus poemas y le hago un mini ensayo, no muy grande, como de veinte líneas. Me cae bien la señora, pero por su culpa ya no pude ver el juego en la tele.

Se fue cuando empezaban a sonar los cohetes. Su chofer, un señor gordito, aquel don Carlitos que antes acudía a la casa del cuento y que es su enamorado eterno, la ayudó a subirse al carro.

Antes de irse me dijo que tomara miel blanca con leche y hierba buena para la tos o una botella de vino. Prometí hacerle caso con lo de la miel.


Mill Soles

jueves, 25 de octubre de 2007

Profecía

Pueblo mío dice el señor, "debes estar atento cuando hablo, en los días postreros se levantarán contra ti muchos falsos profetas, habrá apostasía por doquier, vendrán brasileños a quererte quitar lo que me pertenece, los padres llegarán a sus hijas y las madres a sus hijos, los hombres mataran a los hombres y un general ofrecerá mano dura". Pueblo mío dice el señor: "no desistas de seguir mis caminos, todos los que me siguen, con fidelidad, recibirán el cielo por heredad, el sepulcro no se enseñoreará sobre ellos, ni las tinieblas los cubrirán; debes permanecer vigilante, para que los ladrones no vacíen tu casa". Salabán, salabán, salabín, yama, yama, yama, pueblo mío dice el señor: "debes pedir el bautizo del Espíritu Santo, para que puedas entender el mensaje de tu siervo, sólo los que estén llenos del espíritu entenderán; pero no pidas otras lenguas, las clases de inglés son en el IGA". Pueblo mío dice el señor: "El final de los tiempos sobrevendrá cuando el dinero no alcance, cuando para comprar se necesite la marca de la bestia, cuando mis siervos no lleven los diezmos al alfolí; pedid y se os dará, todo aquel que en mi crea no sufrirá, tu me pides dinero, yo te mando efectivo, cash; pero recuerda que dice mi palabra, el que no trabaja bueno es que no coma". Pueblo mío dice el señor: "esta es la profecía que hago sobre mi siervo, a él debes acudir, a él debes darle las primicias". El portador de aquellas palabras era un niño de 12 años, al terminar su profecía cayó al suelo, como en trance, llorando, rebosaba de alegría sin igual; el señor lo había utilizado como el mensajero de sus buenas nuevas. Yo fui testigo de aquel evento. De dos cosas estoy seguro, ahora que los años han pasado, los servidores del altísimo se creyeron aquel mensaje y el final de los tiempos tardará mucho en llegar, pues los diezmos, ofrendas y toda clase de donaciones siguen llegando al alfolí; porque después de construir casas de dios, ahora se construyen ciudades de dios.

Jonás Ungido

miércoles, 24 de octubre de 2007

Dos días en cartagena

Dos días en Cartagena, solo dos. La encargada, una vieja bruja, se ha dedicado a vigilarme el día entero.
Es cierto que 16 años son muy pocos, pero el ambiente del trópico no es para desperdiciarlo metida en las ruinas de un castillo y recorriendo las callecitas con flores o en la bóveda sellada del museo del oro.
Comprábamos unos recuerditos en la entrada del fuerte, primera visita programada del día, cuando me choqué con unos ojos verdes centellantes y una piel morena espectacular. Mientras avanzábamos, podía ver como el muchacho se nos acercaba, cada cierto tiempo me dirigía una mirada invitadora. El pasillo tenía una especie de nichos , en ellos-según el guía- se escondían los guardias para atrapar a los invasores. Al ir bajando, en la oscuridad, sentí una mano que me tomó del hombro y antes de darme cuenta estaba besando al chico de los ojos verdes, escaparnos del grupo fue cuestión de tiempo.
Minutos después tomábamos gaseosas en un café al aire libre. Las horas pasaron y nosotros no nos movíamos hasta que aparecieron dos hombres, bastante mayores, y empezaron a molestarme; mientras me tocaban los brazos, hacían comentarios obscenos, al escuchar "muéstrame lo que pueden hacer las mujeres calientes de Guatemala", supe que era el momento de salir corriendo.
Sin voltear a ver, , seguía corriendo, no sabía a donde pero corría. De una casa de dos pisos apareció un hombre mayor, vestido de blanco, con sombrero y bastón, me tropecé con él y gritó "¡carajo, para donde vas tan rápido!". Me tenía agarrada por el brazo, entonces me abalancé sobre él y lo abracé, como si fuera mi padre o un abuelo. De reojo observé que los hombres se alejaban, sólo entonces comencé a llorar.
Las siguientes horas las pasé con el viejo, conociendo Cartagena, se reía de mis historias, especialmente cuando le conté que en mi tierra caía, durante trece meses al año, una lluvia pertinaz a la que la gente llama chipi chipi; parecía un abuelo simpático. Al llegar la noche preguntó "en donde te estás quedando", en ese momento volví a la realidad: No tenía mi pasaporte y no recordaba el nombre del hotel. Durante una hora me llevó de un lado a otro, en taxi, buscando el misterioso hotel que yo no recordaba. Cuando se dio cuenta de que estaba definitivamente perdida me llevó a su casa, un pequeño apartamento atestado de libros, me sentía tan agotada que me dormí enseguida.
Pasada la media noche desperté incómoda y lo encontré acostado a mi lado, me miraba fijamente mientras dormía. Me asusté pero no me moví. A las dos de la mañana, en su cama, el anciano era más inocuo que los vándalos de la tarde.
Por la mañana fuimos al museo del Oro, donde la encargada me recibió con lágrimas en los ojos. y sin regaños. El resto del paseo intenté portarme recatada y discreta.De regreso, ya en el avión, , encontré dentro de mi bolsa una tarjetita que decía "la pasé muy bien, muchacha," y firmaba Gabo.


Rosa Delgado

martes, 23 de octubre de 2007

Contribuciones a la revolución

Otro trago, pidió Don Carlitos Marx, como único bebedor de una cantina llamada Las cien puertas, localizada en la zona 1 de la ciudad de Guatemala.

La cantinera, apresurada, le sirvió un trago de una botella que decía vodka, Don Carlitos tomó un enorme trago, pero al sentir un sabor desagradable escupió una parte y luego dijo: "Vaya, la fuerza de trabajo incrustada en esta mercancía es de pésima calidad".

La cantinera olfateo la botella y sonrojada le pidió disculpas, mientras le explicaba que, lamentablemente, le había dado de beber thiner.

Don Carlitos no le hizo caso y le pidió como forma de compensación social un pulmón de indita, mismo que desde hacia dos horas le estaba haciendo ojitos.

No había consumido ni media botella cuando empezó a convulsionar. La cantinera, preocupada, llamó a los servicios de emergencia, uno tras otro; pero lamentablemente no acudieron, estaban en huelga pidiendo mejoras salariales, por lo que Don Carlitos murió en el lugar.

La señora, al no saber qué hacer con el cuerpo de tan ilustre teórico lo enterró ahí mismo, entre la barra y una pared, justo en donde solía sentarse.

En conmemoración a su trágica muerte levantó un altar con las obras que Don Carlitos había escrito, entre ellas resaltaba El capital.

La noticia se corrió y poco a poco los simpatizantes de la izquierda empezaron a llegar a Las cien puertas, para rendir culto a Don Carlitos, discutir sobre sus sabias enseñanzas y discernir sobre la realidad del país.

Todos escriben sus pensamientos mas sesudos sobre la pared. Desde entonces, la revolución guatemalteca se construye y discute en aquella cantina de la zona 1.


X Pajeras

Comentario pajero sobre el texto Revoluciones, de Laura Ingalls

No tuve el gusto de conocer a Otto René, pero me acompañó en los años de militancia. Mis primeros poemas resultaron ser un fusil de los suyos, aunque nunca lo acepté, pero mi intención no es hablar de mi, debo referirme al texto de Laura Ingalls, me cuesta creer que escribe mejor que yo, cosa difícil en estos días, pero vamos al texto. Es un relato muy vívido, casi se escucha el tableteo de las metralletas y el retumbar de los cañones, asi pienso que era por aquellos días, con los compañeros de la juventud revolucionaria asi imaginamos que fue; ahora en la embajada las cosas son distintas. El relato tiene un vaiven de emociones, pero se le siente cierto sabor a literatura de los setentas, la época que no me tocó vivir, pero no por ello dejamos de ser revolucionarios.

Marito Il Duque

lunes, 22 de octubre de 2007

Lectura

Aquella fría tarde de noviembre, nadie de los presentes imaginó lo que sucedería. El salón estaba lleno de gente de todas las edades, algunos vestidos de traje formal y las damas con sus trajes de noche. La actividad dio inicio a la hora en punto, como un presagio de lo que vendría. Luego de la voz protocolar todos quedaron callados, los primeros instantes pasaron entre el asombro y el rubor general, pero con el correr de los minutos muchos empezaron a sentir como sus miembros reaccionaban, las mujeres apretaban las piernas y los hombres se cubrían. La timidez se fue olvidando poco a poco; mientras ellas tocaban sus pechos por encima de la ropa, ellos descubrieron su erección. Las caricias fueron en aumento, sin sentirlo metieron sus manos dentro la blusa, dentro del pantalón. No pasó mucho antes de que se fueran uniendo en parejas, en tríos, en grupos. La ropa iba quedando debajo de las sillas. El rumor de voces se convirtió en gemidos, al estar todos desnudos ya no hubo límites. Aquello se convirtió en la más grande manifestación de erotismo de la historia. Todas las mujeres tuvieron múltiples orgasmos, los hombres erecciones interminables. No hubo nadie que no quedara satisfecho. De la misma forma que empezó se fue diluyendo, largos gémidos se escucharon cuando Delia leyó el último verso; Margarita, Luz, Aída, Ana María, Carmen y Carolina, aplaudieron un momento y para finalizar cada una dio las gracias a la concurrencia, por haber asistido a la lectura de sus poemas eróticos. Las poetas descendieron del podio, se desnudaron y una a una se entregaron a una orgía perpetua junto a Isabel de los Ángeles que las esperaba ansiosa.

Patricio Suskinder

Cuentaselo a Walo

Estaba parado en la esquina entre la quinta y la diecisiete calle de la zona uno, había dejado a una traida cambiándose en el motel y salí corriendo porque tenía otro trance ahí por la Bolivar. Tenía que llegar a tiempo. De pronto tres tipos más altos y un poco más fornidos que yo, me roderon y me pidieron el reloj y el dinero. Uno de ellos me puso un cuchillo en el estómago y otro me agarró del cuello. Lo primero que hice fue repasar mentalmente el lugar en el que llevaba el dinero, mis papeles y las llaves de la casa. Cada cosa estaba en diferente bolsa, así que inmediatamente miré hacia abajo con dirección a la bolsa en donde llevaba mi cédula. Me dijeron que sacara de ahí el dinero, pero los había engañado, cuando saqué la cédula, se enojaron, en ese instante el que me tenía el cuchillo encima volteó a ver a su jefe y yo aproveché para empujarlo hacia atrás; el de la derecha salió despedido con la fuerza del golpe y luego lancé la primera patada en la cara del malhechor, hasta que lo ví comenzar a sangrar. El tercero sacó un cuchillo de su cintura y quiso atacarme, pero lo recibí de un certero golpe en el pecho, así lo mantuve a distancia. Me fui encima del que sangraba y le pegué dos golpes en el estómago, dos más en cada pómulo, mientras el segundo, que ya regresaba por más, me quiso dar una patada, pero lo receté un morongazo tan fuerte que cayó a media calle, un bus que íba pasando me lo regresó confuerza y lo devolví a la calle de otra patada. Con los tres delincuentes en el suelo, un señor me alcanzó un lazo grueso, de los que sirven para amarrar los nylons en las carretas de chicleros y reventándolo con fuerza lo hice en tres partes, procedí a amarrarlos y a entregarlos a las autoridades. Ellos confesaron en la Comisaría y ahora están arrepentidos y pagando su delito en el Centro Penitenciario.

Waldemar "Jackie" Chen.

Canción pajera para Sabina

Tengo el gusto de contarles
que estuvo la otra noche por mi casa
el faquir de faquires
el flaco hijo de Juana La Loca.
el primo de El Nano
y me dejó esta canción

Me dejó esta canción
colgada de un viernes que nunca llegó.
y esta versión que tuve que completar
porque él no resistió su dosis
de receta surtida en El Gallito
que alguien nos regaló en la madrugada.

El viejo ridículo, tarareaba locuras
cosas como por ejemplo que nosotros buscamos en los placeres de la tarde
los placeres que no nos da la carne
y otros enredos dizque poéticos, para nada.

El teatrino del patio estaba repleto de rosas
todas bellas como diosas de un día
como animales de sacrificio en un ramo que llegó fuera de tiempo
como un baile de pueblo sin palabras de ofrecimiento
o un epitafio sin letras
sin palabras lanzadas a nadie.

Vino con su voz de cantante de marimba orquesta
vino y se acabó la jarra
y él vino como un fantasma que se bebe completo su vaso de agua.

Digamos que hablo del gusto de haberlo escuchado
como si estuviera sentado junto a mí
como si una noche en que después de trabajar llego a la casa y
la mona Lisa se sale de su pose de modelo arriba de la mesita
y me habla la noche entera de su sueño eterno.
Lero lero: digamos que también puedo hablarles de Joaquín.


Emiliano Sabina ( medio hermano de Joaquin)

Revoluciones

Caminaba en dirección a la facultad de derecho, me faltaba una cuadra para llegar; pero podía escuchar las voces de los estudiantes que estaban adentro, gritos y cantos que presagiaban algo que se empezaba a fraguar.

Otto René y los compañeros me esperaban, intentaba moverme de prisa con las crinolinas y el vestido de campana rosado, los tacones blancos, bajos, pero difíciles de manejar.

En dirección contraria venía una tanqueta, atrás dos o tres jeeps patrullaban la zona, el congreso estaba cerrado.

De la torreta salió una mano agitándose, y de los jeeps también varias manos me saludaban. Me puse nerviosa, los muchachos, con la amabilidad que les daba el conocerme de mucho tiempo, gritaban: "¿Seño, la llevamos? Allá en el cuartel habíamos jugado básquetbol. No dejaban de saludarme, yo trataba de callarlos y  les pedía que se fueran, sin mucho resultado.

De uno de los jeeps se bajó un subteniente, quien rápidamente los calló y les pidió que se fueran. "La vemos mas tarde señorita, yo le digo a su papá", me dijo. Agradeciéndo el gesto estaba, cuando un compañero salió de la facultad y gritó: "Van a secuestrar a la compañera".

El subteniente se retiró a tiempo, sin producir problemas, y Otto René, quien había salido a buscarme, viéndome tan nerviosa, me tomó de la mano, mientras decía: "Vamos vos, caminemos, yo te acompaño".

Adentro de la facultad se armó una gran bulla y todos aplaudían mi "heroísmo", Otto René se alejó a buscar su cuaderno, donde escribió un buen rato, antes de acompañarme de nuevo. "Te voy a dedicar un poema compañera", me dijo.

Laura Ingalls

Rincón de las Flores

Parecía incómoda, le habían traído una silla reclinable y aún así, rodeada de cojines, su expresión era de molestia, dolor tal vez.
El lago resplandecía, mis hermanas y yo corriamos por los jardines del tzanjuyú cortando flores y gritando como locas.
Ella nos observaba, con la mirada de las mujeres que no son madres y que añoran la maternidad. Mi hermana pequeña se había atragantado con las flores y mi madre salió dando gritos, limpiandole la cara e intentando que no siguiera comiendo margaritas, rosas y violetas.
Se veía extraña con el polen pegado en la nariz y la boca pintada de colores, los pedacitos de pétalo cayendo por la blusa y pegados en el pelo rizado.
Fue el único momento en que la ví reír, se carcajeaba secándose las lágrimas y nos señalaba sin compasión, parecía que se iba a desmayar de la risa, mi hermanita vomitó de pronto y se rompió el encanto.
Supongo que vió la cara ofendida de mi madre y pidió que la llevaran adentro, sin dejar de reir.
Cuando caía la noche, pude verla acostada en la terraza, un hombre grande y grueso le tomaba la mano y sonreía.
Por la mañana la ví, seguía recostada, con un pincel largo intentaba recrear las rosas sobre un lienzo colocado en el caballete, me acerqué para ver los dibujos y me asustó la desnudez de la mujer en el cuadro y sus entrañas de hierro y sangre.
Quizo ser amable, me llamó a acercarme, pero las figuras me habían clavado a la tierra.
La muchacha que me cuidaba llegó corriendo, me tomó de un brazo y me alejó de ella.
“Nena, venga, dice su mamá que no moleste a la señora Frida”.


Solange Nin

Gardenia de Plata

Como todos los días, esa tarde viajaba en autobús de San Marcos a Quetzaltenango. En el asiento de la par, un señor gordito, como de unos treinta años, veía el paisaje, como abstraído, se volteo y me dijo que aquel paraje de Palestina de los Altos, era su favorito.

Empezamos a platicar de todo un poco. Me contó que él componía canciones, que ahora estaba escribiendo una para un concurso, pero apenas tenía el estribillo y una que otra idea. Me mostró el papel en el que garabateaba lo que parecía un poema. Al principio, no le encontré mucho sentido, le pregunté qué significaba la palabra Gardenia. El papel tenía anotaciones por todas las esquinas y en todos los márgenes. Yo no concebía cómo era posible que una persona pudiera sacarle música a las palabras y estuviera días o semanas trabajando un tema musical. Así que me interesó ver como aquella empresa de escribir una canción para un concurso le emocionaba tanto. Hasta le pedí que la tarareara un poco, para saber cómo era la música:

Vengo a Cantarle a mi amada
La Luna xxxxxxx
De mi Xelajú.

Tatatatatatatatatatatatatatatatatatatatataa
.

Ahora que he escuchado tanto ese tema, puedo asegurar que aquella tarde la música ya estaba clara y completa en la cabeza del compositor, pero le faltaba letra. Entonces le conté que yo era un escritor de cartas de amor. Había comprado un libro llamado Cien cartas de amor, de la editorial mexicana Rodríguez Hnos; por lo que en cuanto a lenguaje amoroso se refería yo tenía las capacidades que había ganado con la lectura, aunque realmente no escribía las cartas para nadie en especial.

En el camino fui recordando fragmentos de mis cartas y se los decía al compositor, yo veía que él anotaba algunas cosas en su hoja llena de dobleces; no sé si de algo le habrá servido. Lo que sí puedo decirles es que no le dieron el premio del concurso, pero la canción ahora es conocida como nuestro segundo himno nacional.

Cuando estabamos llegando a Xela y antes de bajarse del bus, frente al Coliseo, me aseguró que, desde ahí, a esa hora la luna se veía esplendorosa, también me dijo que se llamaba Paco Pérez.

Mill Soles

Encuentro en Solentiname

A finales de los setentas estaba yo en Solentiname. Ernesto (no el Ché mi amigo, por cierto, sino Cardenal) me había pedido que trajéramos del supermercado dos kilos de coles. Aquella mañana, Joan y yo salimos en la pequeña lancha. El sol crecía y aquel muchacho tarareaba un poema de Machado. Ernesto dormía como un niño. La noche había sido larga. Ernesto, como otras veces, había sacado el buen vino después de media noche. La juerga, el calor y mi estancia de quince días me tenían un poco cansado, así que, a pesar de los ruegos de Ernesto, aquella misma tarde empaqué y volví a Londres, donde me esperaba Leona. Joan había allegado apenas un día antes. Una novia suya y alumna mía (que yo me paré cogiendo en México, años después) me lo había remitido. El muchacho sacó su guitarra y cantó canciones folclóricas de su tierra. Me pareció muy bueno, aunque excesivamente tímido. Se lo dije. Le hice prometerme de que se lanzaría al agua. Le sugerí, además, que cantara a Machado. Nos despedimos y me abrazó, sumamente agradecido. Desde que lo vi llegar a Solentiname vi que tenía futuro. Su nombre, Joan Manuel Serrat. En un mes dará un concierto en Guatemala.

Mark Drunk

Premio Nobel 2007

En el viejo anaquel prohibido, lleno de libros apolillados, había un libro que resplandecía. Mi madre me sorprendió muchas veces viéndolo, como quien se lo quiere comer. Yo tenía diez años y como todo niño normal ansiaba leer aquellos volúmenes (en ese entonces pensaba que a todos les gustaba la lectura); sin embargo, la voz maternal decía: "aún no es tiempo, tienes que crecer".

Lo que ella nunca supo, y ahora lo confieso, es que mientras se quedaba dormida, por las tardes, me trepaba hacia el anaquel y robaba los libros, uno por uno. Quise dejar de último el que resplandecía, mi intuición me indicaba que contenía lo mejor.

Aquella noche de 1,976 pude tener en mis manos el libro, empece a leerlo con la emoción de la primera vez, con cada página que daba vuelta se venía un rumor acompañado de pequeños temblores de mi cuerpo, ya para el final se dio una fuerte sacudida, pensé que había sido sólo yo, pero vi correr a todo mundo.

El libro de Doris Lessing fue un verdadero terremoto, la falla del Motagua dijeron las noticias.

Chepito De la Discordia